Quienes esperan señales de que pueda comenzar a revertirse la debacle de la educación en Catamarca, no las encontrarán en las noticias de los últimos días, que dan cuenta de nuevos e improductivos giros en un conflicto crónico, que nadie es capaz de solucionar. Vencido sin pena ni gloria el segundo período de conciliación obligatoria, los maestros retomaron las medidas de fuerza, ante un Gobierno totalmente inflexible que no sólo no ofrece respuestas, sino que parece huir de cualquier posibilidad de diálogo. La semana pasada, tanto la Asociación de Trabajadores de la Educación de Catamarca (ATECA) como la Unión de Docentes Argentinos (UDA) cumplieron una nueva jornada de huelga en reclamo de mejoras salariales, medida que se concretó con elevadísimos niveles de acatamiento. Sin embargo, en una reacción torpe y virtualmente contraria a la lógica de quien intenta hallar una solución, el Gobierno no hizo más que echar leña al fuego, con una amenaza directa que no sirvió más que para enardecer a los docentes.
No se trata de un caso aislado, sino de una postura indiferente y hasta provocativa que las autoridades del área y el propio gobernador Eduardo Brizuela del Moral mantienen desde hace tiempo. El jefe de Estado tuvo actitudes similares el año pasado, cuando culpó a los docentes por la mala calidad de la educación en la provincia, gesto que le valió congregar a más de cinco mil trabajadores del sector frente a la Casa de Gobierno.La impactante movilización no alteró la displicencia oficial, ya que ni siquiera fueron recibidos los representantes gremiales. Más tarde, se sugirió que los docentes reclaman sólo por reclamar, se les informó de manera casi burlona que no vivían en Suiza y otros desatinos por el estilo. Los meses se acumularon con idéntica ausencia de respuestas serias, de propuestas superadoras y soluciones, y el conflicto se agrava más y más. En ese contexto, donde el desinterés aparente se impone incluso sobre una posible inoperancia para conducir el área, se alcanzó ahora uno de los puntos más bajos, al amenazar directamente a los trabajadores.
El método utilizado fue la publicación de un escandaloso titular en el órgano oficial de prensa del Gobierno, el diario La Unión, que se afianza en su triste papel de extensión de la Secretaría de Información Pública, con el malogrado esfuerzo por disfrazar de noticia los mensajes del poder de turno. La advertencia apelaba directamente a los castigados bolsillos de los docentes, comunicando la decisión de aplicarle descuentos de sueldo a quien osara pedir una mejora salarial. Firme junto al Gobierno, el diario no logró la respuesta esperada, y su intimidante aviso tuvo un efecto contraproducente: ATECA y UDA ya comunicaron a la Dirección de Inspección Laboral, al Ministerio de Educación de la Provincia, y al Ministerio de Trabajo de la Nación, que los días miércoles y el jueves de esta semana llevarán a cabo un paro de 48 horas en reclamo del siempre postergado aumento salarial. Los propios trabajadores, a través de sus dirigentes sindicales, confirmaron que fue el anuncio del Gobierno de descontar a los docentes los días no trabajados lo que impulsó esta nueva protesta, doblemente dura. Carlos González, de ATECA, fue más lejos al observar que los títulos de La Unión con que se buscó amedrentar a los docentes, ni siquiera contaron con respaldo formal: "Esto es sólo un mensaje anónimo que el Ministerio hizo a través de los medios, porque a nosotros no se nos ha informado nada. No lo tomamos en serio y tampoco vamos a permitir que se nos castigue por hacer uso del derecho constitucional de huelga", advirtió el dirigente. La modalidad del paro será de brazos caídos, el gremio permanecerá en estado de asamblea permanente, y no se descartan cortes de calles para reforzar el reclamo.
La indignación es mayúscula, entre otras cosas, porque los argumentos oficiales para rechazar la posibilidad de otorgar un aumento, se abrazan ahora a la crisis internacional y su impacto en la provincia, nuevas razones que se pretenden aplicar retroactivamente a un problema que se arrastra desde mucho antes que estallaran las finanzas internacionales. “Con todo el dinero que dilapidaron en la campaña electoral de marzo, no pueden tener ahora el despaepajo de decir que no hay fondos”, se quejaron los maestros, y desafiaron al Gobierno a ver “si la crisis también les impide invertir fortunas en la campaña del mes de junio”. El malestar crece, las soluciones no aparecen y allá, relegados e inocentes, permanecen miles de alumnos, condenados a corroborar dentro de algunos años la gravedad de no contar con un sustento académico acorde con las exigencias de un mercado laboral que los expulsará sin contemplaciones.
Fuente: Catamarca Es Noticias 21 - 04 - 2009
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