domingo, 10 de abril de 2016

EL MIRADOR POLÍTICO: Nuevos relatos, viejos embustes

Es difícil que a esta altura alguien en el norte argentino desconozca de qué se trata el Plan Belgrano, aunque a cuatro meses de la asunción de la nueva administración nacional la disposición de incidencia más significativa sobre la economía de la región haya sido el "tarifazo” energético. No obstante, los voceros de la Casa Rosada insisten en la difusión del programa cada vez que se aborda la acuciante coyuntura que acecha a los sectores productivos de provincias como Catamarca, cuya actividad se tornará insostenible por el impacto de precio de la energía sobre su estructura de costos fijos.

La ecuación no es excesivamente compleja. Con las tarifas vigentes hasta febrero, la energía representaba entre el 25 y el 30% del costo total de producción de los emprendimientos que requieren riego por bombeo, apenas por debajo de los salarios; desde marzo, la tarifa casi se triplicará y pasará a ser, por lejos, el principal costo. Las cuentas no cierran; luego: cerrarán los emprendimientos que consiguieron sobrevivir, a duras penas, al demoledor efecto de las políticas cambiarias kirchneristas.

La Casa Rosada ha levantado, cierto es, el cepo cambiario y ha unificado el tipo de cambio. Pero el tarifazo configura una desventaja comparativa para las economías regionales respecto de la pampa húmeda adicional a la que ya es el costo de los fletes. Tarifas y fletes, corresponde subrayar, son obstáculos engendrados por decisiones políticas y no por condiciones naturales. De tal modo, ha de procederse a su desmonte a través de decisiones también políticas.

La urgencia del problema tarifario ha sido ya planteada a las autoridades pertinentes. La única respuesta a la fecha está vertebrada en las presuntas y difusas bendiciones que devendrán del Plan Belgrano, que llegará para revertir, según aseguran, la histórica y crónica postergación del NOA-NEA. Entiéndase: no con la puesta en marcha del Plan Belgrano, sino con la promesa de que se pondrá en marcha en algún momento.

Sospechas

La pertinacia con que se verbaliza el Plan Belgrano convoca sospechas entre los productores. Viene a ser como el Paraíso: súfrase en la tierra, que en el Cielo los sufrientes serán recompensados con creces. Morirse en la Gracia de Dios, claro está, es requisito previo de cumplimiento obligatorio.

El paso de un par de funcionarios nacionales por Catamarca y, una semana después, los resultados de la primera reunión del Consejo Federal de la Producción en Salta, no han hecho más que profundizar la impresión de que el Plan Belgrano se ofrece como la zanahoria al burro. Se trata de un incentivo exhibido como señuelo frente al hocico de productores desesperados, que no están en condiciones de esperar diez años para que se completen las inversiones de 1.600 millones de dólares comprometidas para las diez provincias que integran la región (es decir, 160 millones de dólares para cada una, 16 millones de dólares por año), ni cuatro para que terminen de ingresar los 50 millones de pesos de un también hipotético Fondo de Reparación Histórica (es decir $12.500 millones por año, 1.250 millones para cada distrito).

En la reunión de Salta, la representación nacional encabezada por el ministro de Producción, Francisco Cabrera, no informó sobre la recepción que habrían tenido en el gabinete nacional los pedidos por medidas tendientes a atenuar el tarifazo que se habían planteado en Catamarca. Es raro, porque los secretarios de Integración y Transformación Productiva, Andrés Boeninger y Lucio Castro, que habían visitado Catamarca con la intención de presentar –cuándo no- el Plan Belgrano, prometieron trasladar la inquietud de los sectores productivos locales. La reunión donde esto iba a ocurrir, según aseguraron, iba a ser el viernes inmediatamente anterior al encuentro de Salta.

De la fraterna reunión en la tierra de Güemes surgió de todos modos un alentador indicio de la preocupación porteña por el interior: se volvió a presentar el Plan Belgrano. Evidentemente, los ministros de Producción de las provincias del NOA-NEA son demasiado brutos y no alcanzan a comprenderlo. La letra con sangre entra.

Compromisos a mano
Llama la atención que no se mencionen con la misma tenacidad empleada en promover el sello "Plan Belgrano” algunos puntos específicos que figuran en éste y que, si bien carecen de la espectacularidad de los 16 mil millones de dólares, podrían adelantarse en su instrumentación para aliviar las de por si sobrecargadas alforjas de la producción regional.

El Plan Belgrano contempla "subsidios a las economías regionales” e "incentivos laborales”. Quizás diseñar un esquema para empezar a concretar estas políticas contribuya a mermar la ansiedad de los productores agobiados por las boletas de la luz, quienes, de esta manera, mejorarían su disposición a aguardar el alumbramiento de las multimillonarias inversiones que lloverán como maná algún día.

En el ámbito institucional, comienza a destacarse que la amenaza de naufragios productivos no se incorpore a la agenda de la oposición, que en Catamarca está en sintonía con el Gobierno nacional.

Cuando se informó sobre la desazón de los productores locales tras la visita de los secretarios nacionales Boeninger y Castro, el diputado del PRO-FCS (en ese orden) Carlos Molina asumió la defensa de la Casa Rosada y se pronunció en favor de la paciencia. No se puede pretender, dijo, soluciones de un día para otro, y el tarifazo, añadió, es responsabilidad en gran medida de la Provincia. Se abstuvo de señalar en qué medida, pero presentó esta semana un proyecto de ley para conformar un fondo con recursos provinciales destinado a subsidiar en un 10% la tarifa energética de los emprendimientos productivos.

La viabilidad de la propuesta es por lo menos dudosa. La EC SAPEM tiene severos problemas para cubrir sus costos y la Provincia, adelantó la propia gobernadora Lucía Corpacci, analiza endeudarse para pagar los sueldos.

Ni oficialismo ni oposición quieren hacerse cargo de las responsabilidades que les competen por el hecho de que Catamarca no pueda prescindir del auxilio nacional para llevar adelante políticas de aliento o protección de los sectores productivos.

El oficialismo conocía perfectamente la vulnerabilidad financiera y económica que aquejaba a la Provincia ya en 2011, cuando se hizo cargo de las riendas de la administración. Sin embargo, no avanzó en ninguna política dirigida a revertir el cuadro y eligió continuar la inercia de sus antecesores.

Lo justo es justo. La vulnerabilidad señalada, que hoy se manifiesta con toda su crudeza, fue legada por el Gobierno radical que dilapidó los años de mayor afluencia de recursos al Estado y la renta minera en la consolidación del esquema económico centrado en el Estado como proveedor casi excluyente de empleo. Ese gobierno radical fue encabezado por Eduardo Brizuela del Moral, el candidato a gobernador al que se colgó la lista de diputados integrada por el PRO Molina.

Lo que urge ahora es gestionar respuestas ante la Nación para sortear una coyuntura dramática, que no se resolverá con recursos propagandísticos como los que se implementan con la sistemática referencia al Plan Belgrano y sus virtudes.

La campaña electoral pasó hace ya cuatro meses. No vaya a ser que el famoso Plan Belgrano sea solo parte de un relato macrista que llega a suplantar el relato kirchnerista, con el rol siempre reservado al interior: consumidor de nuevos relatos y víctima de los mismos viejos embustes.
http://www.elancasti.com.ar/opinion/2016/4/10/nuevos-relatos-viejos-embustes-294257.html

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