viernes, 13 de julio de 2012

Poncho minero

“Poncho minero”, la conjugación conlleva dos particularidades del catamarqueño que se funden simbólicamente en las próximas dos semanas como una sola expresión que, a dos voces, se elevará con orgullo a la Argentina y al mundo.
El hecho es que, en el marco de la 42º Fiesta Nacional e Internacional del Poncho, uno de los tres eventos populares más importantes del país de esta época del año, el Gobierno local decidió exponer la minería junto con la prestigiosa prenda.
Por decisión de la gobernadora Lucía Corpacci, se dispuso de un espacio específico para la Catamarca minera que somos y tenemos, porque a la par de que apuntala económicamente la provincia en un momento muy difícil para todos, es otra de las actividades fundamentales que definen nuestra identidad norteña.
Y… mostrarse en el lugar, junto a la producción catamarqueña, artesanos y artistas locales, es lo que correspondía. Al fin y al cabo, la minería les rindió un homenaje antes, cuando la gestión del Frente Cívico y Social resolvió, con fondos provenientes de la actividad, construir la impresionante estructura del Predio Ferial Catamarca, que hoy cobija (como un poncho gigante) la mayor muestra artesanal y fiesta folclórica que tiene esta provincia y su gente.
 
Pasado, presente y futuro
Por eso la idea de crear un espacio concreto y delimitado en el predio para hacerle un lugar a la minería no es más que el reconocimiento de que nuestro ADN tiene relación con la actividad desde nuestros antepasados. En otros términos, los catamarqueños somos mineros por naturaleza.
De todas formas, no se trata únicamente de un lugar físico que le estamos confiriendo a la minería en este evento cultural tan nuestro. Hay una simbología de identificación que, de una u otra forma, siempre tuvimos presente y que en esta oportunidad exteriorizamos.  
¿Y políticamente? Es la confirmación de la confianza depositada desde hace tiempo en la minería, con diferencias (por supuesto) pero sin perder la continuidad, y que las fuerzas gobernantes que se sucedieron, a pesar de ser opuestas, plantearon insistentemente como política de Estado. 
 
Con el poncho en una
mano y la picota en la otra

Por esto mismo, tras la votación y después de haberse expresado, la comunidad espera ahora soluciones de las autoridades que eligieron (oficialismo y oposición). Imagino que compartimos que no podemos seguir dando vueltas sobre lo mismo. Con los discursos de tribuna o la mera oposición ideológica, una familia no come. Recordemos que todavía tenemos una deuda muy grande con el interior provincial.  
En consecuencia, las alternativas de contención deben alcanzar no solo a las personas que sufren injustamente los desatinos políticos y económicos, sino también a los emprendimientos e iniciativas privadas. Ya nadie desconoce que, cualquiera sea la circunstancia, sin inversión de capitales (nacionales o internacionales) no habrá trabajo genuino en nuestra provincia ni en jurisdicciones vecinas. 
En este sentido, hay que evitar el silencio oficial por un lado, y por el otro las distracciones, hoy aggiornadas por famosos conocedores de la pasarela (artistas, cantantes y políticos ligados al mundo del espectáculo) que llegan a nuestra provincia cada tanto para decirnos que la gente se equivocó al votar y que la minería no es lo nuestro. ¡Bienvenido “Nito” Artaza! ¡Gracias por ilustrarnos, diputada nacional Victoria Donda! La verdad, no sabríamos qué hacer sin su aporte.
 
El que no corre, vuela
Tenemos que aprender de la historia. Por estar en cualquier cosa y mientras funcionarios de turno discutían y se enredaban solos, Salta entregaba concesiones mineras y más tarde se explotaba litio en territorio catamarqueño. ¿Picardía de ellos o zoncera nuestra? Las dos cosas. Tema pendiente e irresuelto todavía. (Se lo preguntemos al gobernador salteño Juan Urtubey, quien viene en camino).
Sin embargo, el temor es que esta falta de conciencia del valor que tiene el mineral catamarqueño pueda repetirse. Las causas externas nunca faltan, pero lo realmente preocupante es que no terminemos de asimilar o entender cómo ensamblar el presente minero con un futuro prometedor. Pero no tengan dudas de que las respuestas que faltan están de nuestro lado.
Incluso, hay una necesidad de salir de la discusión obsesiva de las regalías para centrarnos en un plan de emergencia o ajustado al contexto de crisis actual que, a pesar de todo, nos presente al mundo como una provincia competitiva.
En el marco de una situación poco favorable para las inversiones privadas y las exigencias impracticables, la búsqueda de un equilibrio entre el Estado, las empresas y la comunidad es permanente. Me muero por preguntarle al secretario de Minería de la Nación, Jorge Mayoral, cómo puede contribuir el Gobierno central con este objetivo provincial y regional (dicen que también viene camino al Poncho).
 
Origen catamarqueño
Pero al margen de las dudas lógicas que una sociedad puede tener sobre la actividad, es posible afirmar que “el pueblo sabe de qué se trata”. No puede aceptarla sino a cuenta de conocerla y tener esperanza en ella. De lo contrario, directamente la rechazaría.  
Pueden tener dudas puntuales o estar disconformes con la política minera aplicada hasta aquí, pero la gente tiene fe, certeza, confianza en las perspectivas favorables que pueden surgir de la actividad en sí misma.
Los catamarqueños no creemos en la panacea, sino en la convivencia de las actividades productivas. Creemos en la minería, sin dejar de esperar que las otras producciones alcancen algún día el mismo nivel de desarrollo y contribución a la provincia.
 
Por Juan Carlos Andrada (De la Redacción de LA UNION)
Ilustración: JOTAVE (LA UNION)

No hay comentarios: