La Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) rechazó dinero proveniente de Minera Alumbrera (el mayor yacimiento metalífero de Argentina) y, con un duro documento votado por el Consejo Superior, se sumó a otras cuatro universidades nacionales que ya explicitaron su negativa a recibir fondos de la megaminería.
De acuerdo con lo publicado en su edición de ayer por el diario Página 12, la Casa de Altos Estudios sostiene en sus fundamentos que “estos modelos extractivos se sustentan en la lógica desplegada por el capitalismo tardío, que a través de capitales transnacionales impulsan la megaminería y el agronegocio extractivista que afecta derechos fundamentales de las poblaciones”, brinda su apoyo a las comunidades afectadas por el modelo de explotación y solicita al Estado nacional la revisión de las leyes de la dictadura militar y de la década del ‘90 que benefician esta actividad.
Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio (YMAD) es una empresa compuesta por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), el Estado catamarqueño y el Estado nacional. Tiene bajo su concesión el yacimiento Bajo La Alumbrera, explotado desde hace quince años por el consorcio suizo-canadiense Xstrata, que extrae oro y cobre.
Desde 2008, ya son más de veinte las facultades de diversas casas de estudio de todo el país que rechazaron el dinero proveniente de Alumbrera, y con la UNRC, ya son cinco las universidades públicas que rechazaron los fondos: Luján, General Sarmiento, Mar del Plata y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Esta última fue la que con mayor dureza cuestionó la megaminería: “Se ha verificado empíricamente, y lo sostiene la amplia mayoría de los informes recogidos por este Consejo Superior, que la actividad minera que se desarrolla a cielo abierto e implica la utilización de procedimientos químicos para la extracción de metales, daña severamente el ambiente y en consecuencia a los seres humanos y sus comunidades”.
La UNRC hace propios en su resolución argumentos de su vecina UNC: “Las actividades productivas de Minera La Alumbrera tienen impactos socio-ambientales de corto, mediano y largo plazo”. Destaca el alto consumo de agua, la afectación de ríos, contaminación por drenajes ácidos y la “grave e irreversible destrucción de ecosistemas”.
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