Por Juan Carlos Andrada
Tener minería en Catamarca fue una decisión de la gente, que por supuesto sigue acompañando a pesar de las intimidaciones de ambientalistas, o de que las políticas de Gobierno aplicadas hasta aquí todavía están en deuda con el pueblo.
Es porque la comunidad sabe lo que quiere y, coherentemente, lo sostiene en el tiempo, aunque muchas veces las autoridades de turno empeoran la situación por desaciertos propios, que luego los antimineros se complacen en agravar.
Saber y soportar con hidalguía, son dos importantes méritos del pueblo catamarqueño. Sin embargo, no puede ser que todo el tiempo estemos recordando que no se trata solamente de “cumplir” o de intentar vanamente “salvar las apariencias”.
Preguntar sobre lo que no se conoce
Tendremos que entender de una buena vez que una cosa es hacer obras aisladas, otra implementar programas de modestos resultados, en tanto que una cuestión bien distinta es tener un Plan de Desarrollo Integral. Que, pregunto, ¿existe?.
Para ello habrá que pasar de las señales alentadoras a la materialización de esas buenas ideas que se proclaman. Comprender que no solo es cuestión de vender más o simplemente aumentar las regalías o hacer algunas obras infraestructuras (por importantes que sean).
En tal caso, hará falta ampliar y precisar en detalle la propuesta general para los próximos años de lo que se quiere hacer realidad en los pueblos del interior cercanos a los yacimientos mineros, en particular Andalgalá, Santa María y Belén.
El debate debe salir de la clandestinidad
En este contexto, las instituciones tienen un lugar de privilegio que ocupar, por lo que deben pedir y exigir una mayor participación en cualquiera de las decisiones relacionadas con la comunidad y que se vinculen con su presente y futuro.
El debate minero ambiental debe salir de la clandestinidad e instalarse en las instituciones como corresponde. ¿Qué valor pueden tener los discursos, mensajes o videos unilaterales condenados ya de antemano por su parcialidad?.
Con este enfoque, hay que procurar espacios que garanticen la contención a las minorías y mayorías sin claudicar nunca en este objetivo, porque es de ciudadanos democráticos facilitarlos y promoverlos. “Actualmente la libertad y la seguridad no se encuentran tanto en lo que tenemos, sino en lo que podemos crear mediante la confianza”. Robert Kiyosaki.
Los fanáticos pierden espacios
Por suerte, el fanatismo perdió fuerza y credibilidad. La falta de realidad, de pruebas, de hechos concretos, de seriedad, se ocupa de tirar abajo los argumentos falsos, junto con sus respectivos embaucadores.
Fundamentalmente, pongamos el bienestar de la comuna y la paz social por delante y volvamos a enmarcar la discusión de estos temas importantes en los principios básicos de convivencia. Ante todo, no nos faltemos el respeto.
El planteo pro minero tampoco debe caer en posiciones dogmáticas. No es bueno. Lo ideal es generar nuevas esferas públicas para salir de los debates tergiversados por intereses personales e ideológicos.
La minería como proyecto social
La minería es un negocio que hay que conocer para poder aprovecharlo a nuestro favor, pero aclaremos que no es únicamente un ejercicio costo-beneficio. Incluso, para llegar a ser una actividad rentable requiere convertirse primero en un proyecto social. Es inconcebible de otra forma en la realidad actual.
Asimismo, la palabra “negocio” no debe plantearse con connotaciones negativas porque en la práctica, en el caso de una empresa de la que el Estado es socia y formamos parte, cuanto mayor es la facturación más recursos ingresan, por regalías o utilidades, en las arcas de la provincia.
En este marco, hay que regular el sistema con el claro objetivo de que no sea ni permisivo ni censurador con los inversores que apuestan en la provincia y, de esta forma, poder hablar a partir de ahí, convencidos y tranquilamente, de desarrollo sustentable o de minería como política de Estado.
A todos los sectores de la sociedad
De todas formas, si bien es cierto que Catamarca es un pueblo que quiere y apoya la minería, también es cierto que somos conscientes de que no todos pueden vivir de la actividad, y tal vez ni siquiera muchos quieran hacerlo.
Son personas que contemplan que la minería es confiable, que conocen que los trabajos están autorizados y son estrictamente técnicos/científicos, por lo que creen en ella y la consideran absolutamente compatible con otras actividades o una base de apoyo imprescindible para la economía provincial.
En este sentido, hablamos de Plan de Desarrollo Integral. La pregunta sería, para este sector de la comunidad que apoya con cierta distancia, pero sentando una decidida y firma posición a favor del desarrollo de la actividad, ¿qué genera para ellos la minería?.
También está aquella porción de la sociedad que tiene dudas y a la que se debe orientar con otra forma de comunicar e informar. Si la gente no va a las oficinas públicas montadas para tal fin, los funcionarios deberán idear la manera de que la información llegue detallada al domicilio de cada ciudadano.
Por ejemplo, con la metodología arriba expuesta, podríamos contarle a los vecinos andalgalenses, belichos y santamarianos qué se va a hacer con un proyecto como Agua Rica, cómo y cuándo, los riegos y las maneras de controlar cualquier impacto ambiental, beneficios económicos para la comuna, la Provincia y la Nación. Además, y con la misma claridad, qué se está haciendo actualmente con el dinero de regalías mineras y qué queremos promover con esos fondos públicos para el futuro de los catamarqueños.
Fuente:
http://www.launiondigital.com.ar/noticias/55772-una-mineria-le-hable-a-todos
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