Sr Director:
Este año 2010 me planteo la siguiente reflexión: Es indudable que la historia del hombre es constante filosofía, una búsqueda permanente de verdades a planteos esenciales y trascendentales, que satisfaga sus inquietudes, miedos, satisfacciones y felicidad. La historia sería una rueda que gira en los recuerdos, buscando encontrar puntos de referencias a los problemas de actualidad.
El hombre, siempre curioso, ha tenido que elevar su visión, para comprender su realidad en sombras. Debió buscar en la luz del conocimiento la salida al laberinto en su ignorancia. Se encontró con tres variables en responder a esta filosofía: La verdad moral, que responda al por qué de los actos humanos, entre lo bueno y lo malo; el respeto por estos valores, en la ética; la verdad jurídica, sustentada en la ley y el derecho que favorece la sana convivencia, y la verdad científica, que da luz a los planteos de la realidad natural.
En la juventud, movido por estos planteos viajé a Bs. As. a buscar ciencia, experiencia y conciencia para ayudar a mi pueblo de Andalgalá. Me tocó vivir como hombre y estudiante, el miedo, la persecución por pensar, y descubrí que lo importante no era la sabiduría sino la sabiedad, esta experiencia de vida, alimentada por el conocimiento, la experiencia, como compromiso de vida y la sabiduría, en la sensibilidad y motivaciones fácticas hacia cambios reales y positivos en valores humanos.
La sabiedad permite no sólo la felicidad en lo que el conocimiento brinda, sino, el vencer los temores de la duda vital. Este año 2010, con los hechos por demás conocidos y reencontrarme con la historia de aquellos años de estudiante; vivir el miedo, la persecución, la lucha contra fundamentalismos interesados por valores mezquinos.
En los años 70, padecía el terrorismo psicológico de un Estado autoritario, con represión. Pensar era peligroso, buscar verdades comprometidas con el pueblo y sus necesidades, era castigado. Pero también, encontré en la Universidad de Bs. As. seres humanos que no sólo me enseñaron las verdades científicas, sino también verdades humanas como lo fue el Dr. Francisco (Paquito) Maglio, gran docente y jefe de Terapia Intensiva del Hospital Muñiz, que visitó Andalgalá para brindarnos valores éticos en la relación médico-paciente. El Dr. Daniel Stambulián que disfruté de sus conferencias de la Cátedra de Infecciosa, en el Hospital Italiano, nos honró con su equipo de investigación del FUNCEI. Recordé mis relaciones de estudiante y médico con distinguidos colegas de envergadura intelectual como los Dres. Juan Saglietti y Eduardo Ferreirós, Jefes del Servicio de Rehabilitación Cardiológica del Hospital Italiano, que me enseñaron el amor y devoción por el trabajo en Terapia Intensiva. Los Dres. Hugo Castagnino y Aníbal Thomson, presidente y vice-presidente de la Federación de Cardiología. Compartí no sólo sus enseñanzas de cardiología, sino también los valores de la amistad.
Esta historia cargada de recuerdos, revive mi actualidad en Andalgalá y agradezco sus enseñanzas, por lo que puedo satisfacer mis necesidades vitales en ayudar a mi pueblo, sentir la felicidad con sus apoyos científicos, vencer los temores que infunden la intolerancia de los fundamentalistas, que siempre aparecen en la historia de la humanidad y confrontan sus falacias de miedos apocalíticos, sin fundamentos morales, jurídicos ni científicos, sobre temas de contaminación.
Tuve el placer de entregarle a mi amigo y maestro Paquito Maglio mi borrador del libro “Cáncer y Medio Ambiente”, que gracias a sus enseñanzas investigué y puedo demostrar científica y jurídicamente la causa de la alta incidencia de cáncer en Catamarca, y puede proyectarse a la República Argentina, en una visión profunda biomolecular, epidemiológica, con propuestas concretas no sólo en lograr el diagnóstico de muertes por cáncer, sino también, cómo evitar estas muertes con acciones efectivas, desde la ecología a la economía social, con desarrollo sustentable, generando trabajo y dignidad satisfactoria a nuestro pueblo, castigado por la indiferencia institucional de los que tienen poder.
Me hubiera gustado entregarle al Dr. Daniel Stambulián, mi trabajo de investigación, fruto de sus sabias enseñanzas. Por razones puramente discriminativas, no aceptan que nuestro querido Catamarca también tiene y dispone de pensantes y responsables profesionales que trabajan por su pueblo.
Pero se cumple: “Nadie es profeta en su tierra, menos médico en su pueblo”. Las autoridades gubernamentales de Catamarca, menosprecian a sus profesionales. Puede ser una respuesta al por qué no crecemos ni desarrollamos nuestra provincia. Con el respeto que se merecen estos insignes profesores, nuestros gobernantes debieran recurrir alguna vez a los de Catamarca.
Dr. Rodolfo Villagra
DNI N° 6.963.460
Andalgalá
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