martes, 26 de julio de 2016

“No somos perros, solo pedimos dejar de trabajar como prostitutas”

Dos trabajadoras de la calle contaron su desgracia. Luisa tiene 41 años y tres hijos (dos discapacitados). Irene tiene 25 años, está desnutrida, trabaja desde los 15 y tiene tres hijos pequeños.

Dos historias desgarradoras fueron reveladas por sus protagonistas ante EL ANCASTI. Luisa e Irene trabajan en "paradas" del centro de la ciudad Capital como prostitutas desde hace más de 10 años. Su situación económica es acuciante, ya que no cuentan con recursos para alimentarse ellas ni sus hijos. Piden desde hace varios años la posibilidad de que sus casos sean tomados y resueltos por el equipo de Trata de Personas y tener un trabajo digno, pero las respuestas no llegan.

Luisa contó que "trabaja" desde los 18 años. "Mi mamá y mi hermana me encerraron en un prostíbulo de Andalgalá cuando cumplí la mayoría de edad. Salía de ahí cada 6 u 8 meses y la gran parte de mi plata se la llevaban ellas. Hoy tengo 41 años, dos hijos mayores discapacitados y una más chica que está bien y va a la escuela, pero a veces no tengo para alimentarlos", aseguró.

Luisa contó que en los últimos años por la precariedad de su trabajo tuvo que soportar millones de iniquidades. Desde el abuso policial, al de quienes describió como los "clientes más violentos", que llegaban a apagarle cigarrillos en el cuerpo y forzarla a situaciones impronunciables, hasta las 5 veces que tuvo neumonía y la operación que sufrió luego "de que me reventaran un ovario".

"La gente piensa que a nosotras nos gusta, pero yo no quiero trabajar más de prostituta. Vengo intentando por todos los medios desde hace años para que me den un emprendimiento, un carro panchero. Hasta hice el curso que me dijeron desde la Gerencia de Empleo, pero nunca me lo dieron.

Luisa mostró decenas de cartas que presentó a la gobernadora Lucía Corpacci y al intendente Raúl Jalil, contándoles sobre sus limitaciones y su deseo de ser ayudada y tener un trabajo digno. "Nunca me respondieron", contó resignada.

La historia de Irene es similar. Ella trabaja con Luisa en la misma esquina y tiene tres criaturas pequeñas. Luisa a veces la aloja en su casa, porque ella no tiene donde vivir.

A Irene su madre la expulsó para que trabaje cuando solo tenía 15 años. El Estado ausente permitió que lo hiciera siendo menor. Hoy con sus 25 años y las precariedades en las que se ve inmersa son muchas.

"Se supone que un servicio cuesta 200 pesos, pero a veces y por hambre terminamos cobrando casi nada. Mi mamá me cuida a mis hijos y me cobra por hacerlo, y muchas veces no tengo dónde dejarlos. Yo quiero lo mejor para ellos, pero muchas veces no tengo para darles de comer", aseguró.

Luisa contó que Irene "ahora está gordita", ya que en otras oportunidades y como consecuencia del maltrato del que son víctima en su profesión y el hambre, estuvo muy flaca y desnutrida. "Ella necesita donde vivir. A veces nos ayudaron con algo de ropa o bolsones, pero "hoy no tenemos ni una colchita para los chicos. A nosotras nadie nos quiere ayudar, somos como perros”.
http://www.elancasti.com.ar/policiales/2016/7/25/somos-perros-solo-pedimos-dejar-trabajar-como-prostitutas-305525.html

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