CATAMARCA: “No existe el cáncer minero”
Se cayó un nuevo mito sobre la minería en Catamarca. Ahora deberán volver las cámaras de TN y “Pino” Solanas, a desempolvar lo que ellos construyeron a base de direccionisno antiminero y de tinte opositor al gobierno, desde su lucha anti K para dirimir disputas de poder.
Seguramente nada devolverá la sensatez después de tanta farsa organizada y comunicada. Filmaciones, comentarios, editoriales, combos publicitarios, entre otros métodos, fueron los elementos utilizados para intentar constituir un frente antiminero desde una supuesta mala incidencia de la minería en la salud de los catamarqueños.
Políticos y empresas periodísticas, en este caso el Grupo Clarín en todas sus expresiones, utilizaron a un sector de la comunidad para seguir enfrentando al gobierno nacional y esgrimiendo en esta industria un campo de batalla y conflicto social.
Los reiterados comentarios de café que gestaron la hipótesis de “la minería trae cáncer” tuvieron su más alto grado de expresión durante los primeros meses de este año, cuando hasta la ciudad de Andalgalá viajaron, como encolumnados a una meta, activistas y cámaras de los medios nacionales. De este viaje trasmitieron el caos social de una ciudad que, desde un aparente justo reclamo, un sector demandaba cuidado ambiental, fuentes de trabajo genuinas, daños en la salud y falta de agua por culpa de la minería, elementos que sirvieron de guión para que un lineamiento político construyera un frente opositor de trascendencia nacional.
Ya a esta altura no satisfacía respuestas locales y regionales sobre la salud local: Rápido de reflejos, cosa no común, el gobierno de Catamarca acordó con el prestigioso doctor Daniel Stamboulián, director de la Fundación Centro de Estudios Infectológicos (FUNCEI), realizar una profunda investigación para determinar si la explotación minera produjo riesgos en la salud de los pobladores. Es así que en marzo de 2010 se firmaron los acuerdos y en este final de septiembre se conocieron sus conclusiones.
“Por los datos que hoy tenemos, y con todo lo que hemos hecho no encontramos evidencia de contaminación ambiental que perturbe la salud”, concluyó el doctor Daniel Stamboulián. Y el infectólogo dijo más “No hemos encontrado diferencias con otros lugares del país y en relación con la contaminación y producción de enfermedades no hemos encontrado situaciones distintas a las del resto del país”, sintetizó.
Con estas simples afirmaciones, es bueno ahora recordar las teorías solanistas de contaminación y afectación a la salud de parte de la industria minera. Falacias y más falacias, profesó desde la película Oro Impuro. Pero con estas afirmaciones de Stamboulián, el cineasta, hoy diputado nacional, recibe un serio revés.
Que dijo Solanas sobre las enfermedades, que provocaba la minería, en 2009 cuando visitó la ciudad de Catamarca, recordemos: “la alta contaminación que hay impresiona, las aguas vienen con alta cantidad de metales, la cantidad de cáncer y de hepatitis se multiplicaron por 6 en relación a los porcentajes históricos”. Malicias documentadas que hoy son científicamente evaporadas.
Mientras su “corto lenguaje” no era visto ni abordado desde el conjunto de la sociedad, paralelamente, hace un año, la Cámara de Casación determinó la inviabilidad del juicio contra un ejecutivo de Minera Alumbrera, derrumbando la tesis abonada por el en su creación fílmica desde donde versaba contra Minera Alumbrera. Seguida de otra mentira, la filmación habla del “cianuro” en la misma mina, este emprendimiento no incluye en sus operaciones este componente químico.
La falacia, cuando está documentada, es doblemente dañina porque el hombre y la mujer común cree o asimila la información. Hoy esto quedó una vez más denostado. No hay condena judicial, no hay cianuro y no hay cáncer provocado por la minería.
La verdad se impone, por eso sería aconsejable, como humilde sugerencia, que vuelva a realizar películas como alguna vez supo perpetrar y enalteció la producción cultural nacional. Quizás allí reencuentre su verdadera vocación para contar historias.
En su actual película de rodaje político, construye mensajes infundados, de intención disgregadora y engañosa. El país necesita dirigentes serios y comprometidos. Y en este tema, “Pino”, deberá regarse con una mayor carga de honestidad intelectual.
Cuando esta historia alcance el final de rodaje, en la parte de los créditos, el primer cartel antes del “corte” debería decir “perdón, me equivoqué”. Quizás allí se reinvente para sumar su capacidad profesional en el desarrollo integral que necesita nuestra nación.
Fuente: Prensa Geo Minera
Periodista Claudio Gutiérrez
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