Con honda preocupación termino de leer una carta dirigida a ustedes por los miembros de la AComo andalgalenses, no entiendo.
No entiendo a esta gente, no entiendo su discurso cargado de odio, no entiendo su “ejemplo” para con la juventud, no entiendo su “representatividad” falsamente arrogada.samblea El Algarrobo.
No entiendo.
No entiendo su intolerancia discursiva y fáctica, no entiendo las agresiones.
No entiendo.
En realidad esta carta que a ustedes dirijo no es para denostar a la asamblea, sino, simplemente, para tratar de poner blanco sobre blanco.
Desde el frente del aula, educando y formando a nuestros hijos, a todos, desde los más humildes hasta a sus propios hijos, o hijos de la Asamblea, su tarea siempre fue brillante. Y sacrificada. Es por eso que el pueblo de Andalgalá los acompañó y acompaña cada vez que sienten la necesidad de reclamar por sus derechos y mejoras salariales.
Sin embargo, desde hace un tiempo a esta parte, su rol, por culpa de unos pocos, sufre un descrédito tremendo por culpa de unos pocos.
Ustedes deben enseñar a vivir en sociedad, a respetar las leyes, a gozar de la bien entendida libertad, los derechos humanos y sociales, los deberes de cada integrante de una comunidad, deben preparar a nuestros niños y adolescentes para encarar la vida reforzando la idea de la cultura del trabajo. Y lo hacen.
Pero su tarea evidencia, para los chicos, tremendas contradicciones cuando salen a la calle y son bombardeados por el discurso y las prácticas de la Asamblea El Algarrobo.
Porque ellos enseñan todo lo contrario.
A romper la ley, a emplear la fuerza, a mentir descaradamente para alcanzar un fin determinado, a no respetar a nadie, a violentar y violar libertades individuales, a coartar la libertad de trabajo, a coartar la libertad de pensamiento. En fin.
Esta tarea de los llamados “revolucionarios” está destruyendo el tejido social de nuestro pueblo. Quizás esa sea la intención. Obviamente, una intención política. Buscando poder.
Hoy por hoy, pretenden convertirse en ejemplos para nuestros hijos.
Solo debemos describir las conductas de vida de diez de los líderes de la asamblea para tener un claro panorama sobre estos “ejemplos”.
Quien puede negar que el Manso Morel es drogadicto?
Sabemos, porque los sabemos, que muchos de nuestros hijos son “seducidos” por este personaje. Que se sientan en ronda en torno a él, para que les hable de música, de militancia y sobre todo, para que les “comparta” su marihuana.
O acaso nos olvidamos que Morel nunca trabajó? Que es un porteño oscuro, con un pasado difuso, que llegó a Andalgalá a vivir del trabajo de su mujer?
O acaso nos olvidamos del triste espectáculo que dio hace algunos años, cuando amaneció tirado en la plaza, al borde de una sobredosis, y debió ser trasladado a Tucumán, donde lo internaron en un centro de rehabilitación?
No se entienda este comentario como una discriminación a un adicto.
Lo grave es que este personaje comparte su marihuana con nuestros hijos.
Hace falta hablar de Peña?
De sus estancias en la cárcel por estafas comprobadas y reiteradas a pequeños productores que confiaron en él?
Hace falta hablar de Aldo Flores?
Del Moro Flores, que hoy camina por nuestras calles armado, y enseña a nuestros hijos “a resistir y dar la vida” por una causa política? El dará su vida?
O Sergio Martínez, que desde su cargo estatal enseña a quebrar las leyes que él mismo debe hacer cumplir, como pequeño engranaje de la justicia?
O peor aún, que niege su paternidad a su hijo natural?
O que sea incapaz de ayudar a sus hijos a salir del infierno de la droga?
O peor aún, que no le impoprte?
O Teresita Nieto de Caballero, que fraguó una enfermedad para poder jubilarse, y cosechó, a lo largo de su carrera docente, más de 80 denuncias por discriminación y maltrato sobre sus alumnos?
O Lucas Caballero, el ladrón que, robando casi dos mil pesos por día de su trabajo, ocasionó que muchas familias quedaran en la calle porque el supermercado de los Diamante se fundió?
O el León Cecenarro “becado” por el gobierno del Frente Cívico en la delegación de la UNCa, que nunca generó absolutamente nada para Andalgalá?
O los Dominguez, que llegaron a nuestra ciudad sin nada, y nuestra caridad llegó a tal punto de “inventarles” una profesión como docentes, e “inventarles” un trabajo digno, y ahora pretenden convertirse en censores, reguladores y agresores de sus vecinos que no piensan como ellos?
La lista es larga, señores docentes, pero para muestra sobra un botón.
Esta gente que abrió las puertas de Andalgalá a porteños y cordobeses que vinieron con dinero a generar conflictos. Que pretende profundizar la brecha entre nuestra clase baja sin oportunidades y ellos, que están prendidos de la teta del Estado, al que critican y denostan y del que comen…
Mienten. Mienten. Mienten.
Agreden. Queman. Insultan. Cortan calles. Usurpan. Cohartan. Roban. Amenazan. Corrompen.
Y pretenden decirnos como pensar y como actuar.
Pretenden ser ejemplo para nuestros hijos.
Pretenden destruir el trabajo que ustedes hacen todos los días.
Pretenden enseñar a nuestros hijos una nueva Educación Cívica y Ciudadana.
Construida desde el odio, la anomia y el discurso totalitario.
Escribo estas líneas con bronca.
Porque todos intuimos el objetivo oculto de la Asamblea El Algarrobo.
Y nadie lo dice.
Señores docentes, gracias por su tiempo. Espero que estas líneas ayuden al análisis.
Pueden estar de acuerdo o no, respeto eso.
Martín Aguirre
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