La teoría del desacople que cobró cierto vuelo durante las primeras etapas de la crisis financiera con epicentro en los Estados Unidos, de a poco va perdiendo adeptos. Paulatinamente los países denominados periféricos o emergentes comienzan a padecer patologías similares a las que afectan al primer mundo. La Argentina, parece, no sería la excepción. Mientras Estados Unidos ya destinó miles de millones de dólares a rescatar automotrices y otras compañías privadas, el viernes aquí se vivió el primer default corporativo desde la hecatombe de 2002. El protagonista fue Transportadora Gas del Norte (TGN) y ahora los inversores temen que la lista se amplíe.
Nadie está pensando en una ola de defaults masivos como en 2001–2002, pero ciertamente la caída del nivel de actividad (menores ventas), la ausencia total de crédito externo, el congelamiento de tarifas y el desplome de los principales commodities que exporta el país configuran un coctail difícil de digerir para muchas compañías de cara a 2009. “El problema es que las empresas privadas no pueden, como el Estado, estatizar de la noche a la mañana todas las AFJP y quedarse con los fondos”, se quejaba esta semana un ejecutivo que forma parte del directorio de varias compañías que cotizan en bolsa. El martes TGN anunció que no pagará vencimientos por u$s 22,5 M (sumando capital e intereses) que operaban el 31 de diciembre próximo. Adujo un deterioro en la situación financiera de la empresa debido principalmente al congelamiento de tarifas. El fantasma que ahora se ciñe sobre el sector corporativo local es la desconfianza sobre la situación patrimonial de varias otras firmas. “Podría pasar como en EE.UU. o algunos países de Europa, donde desde hace meses nadie quiere prestarle a nadie porque no se sabe bien cómo están sus balances”, señaló un reconocido economista. Lo cierto es que un panorama amenaza con retraer aun más el crédito y por lo tanto golpear los niveles de inversión, lo que en definitiva no haría más que redoblar el enfriamiento que se percibe en la economía real. TGN también justificó su decisión de dejar de pagar la deuda en el hecho de que una parte de sus pasivos están en dólares, frente a un peso que se devaluó en los últimos meses.
Brasil vio este problema en puerta un mes atrás y entre las medidas que lanzó de inmediato el presidente Luiz Inacio Lula da Silva incluyó un virtual “seguro de cambio” para sus empresas. Mediante este mecanismo el banco central de ese país destinó una línea especial (en reales) para refinanciar las deudas de las compañías brasileñas en el exterior (en dólares o euros).
La inquietud entre directivos es si la administración de Cristina Fernández de Kirchner contemplará en algún momento del año próximo una medida similar.
Además de TGN, en el mercado suenan con insistencia algunas otras empresas que atraviesan problemas financieros. Es el conocido caso de Autopistas del Sol o Mastellone, por citar algunos. Y si bien no se espera una catarata de defaults, en el mercado si descuentan varias reestructuraciones en los próximos meses. (El Cronista, Buenos Aires, 26/12/08)
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