sábado, 6 de diciembre de 2008

Paquete “Neoliberal”, en manos increíbles

El economista analiza las medidas tomadas por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para afrontar la crisis.

Solo a un robot se le ocurre contestar el siguiente interrogante: “¿Cuán exitoso cree que puede llegar a ser el paquete económico anunciado por Cristina Fernández de Kirchner la semana pasada?”, sin prestarle atención al contexto político y a la situación económica en que fuera propuesto, y sobre todo a la credibilidad que tiene el Poder Ejecutivo a partir del 25 de mayo de 2003.

Sólo a un robot o a un economista joven. ¿Qué estamos “fabricando” en las universidades, me pregunto y le pregunto a mis colegas, y no sólo en economía, cuando a juzgar por los dichos o los escritos me encuentro con que increíble cantidad de graduados universitarios habla como si una discusión sobre cómo conectar un par de caños, para evitar filtraciones, se pudiera desarrollar así como así, sin saber si por adentro va a pasar agua para calmar la sed, o gas venenoso destinado a un campo de concentración?

El joven profesional que conoce los teoremas pero no camina por la calle, no sabe escuchar ni expresarse, no lee historia y cree que la política puede ser algo extraño a sus análisis, confunde en vez de ser parte de la solución. Porque lo que puede ocurrir con un paquete que busca blanquear capitales, perdonar las omisiones impositivas, previsionales y aduaneras, reducir los impuestos al trabajo para quien aumente su dotación de personal y que crea el Ministerio de la Producción, sólo puede ser conjeturado a partir de la falta de credibilidad en el accionar del Poder Ejecutivo.

En efecto, qué puede ocurrir con e l blanqueo de capitales y la moratoria (pensando santamente, más allá de las implicancias que puede tener sobre causas judiciales donde están involucrados funcionarios de este gobierno, porque si éste fuera un verdadero motivo de la medida lo que superficialmente luce como un fracaso en realidad sería un éxito), no puede ser independiente del hecho de que hace pocos días el gobierno incautó los fondos provisionales existentes en las AFJP.

Uno no se blanquea frente “al país” sino frente a autoridades concretas. Es difícil pensar que los argentinos que desde el punto de vista impositivo, aduanero, previsional o cambiario, están hoy en “orsay”, van a presentarse masivamente ante las autoridades mostrando los recursos que tienen fuera del sistema.

El anuncio de la reducción transitoria de los impuestos al trabajo para quien aumente su dotación de personal, además de “neoliberal” (¿será posible esto, luego de todo lo que tanto Néstor como Cristina Kirchner dijeron del neoliberalismo, desde que son Gobierno?) luce hoy irrelevante. Deben contarse con los dedos de una mano las empresas que hoy están aumentando su dotación de personal, el caso típico es el de la empresa que, por caída de ventas y producción, primero adelanta las vacaciones, luego elimina las horas extras, para terminar suspendiendo y despidiendo personal.

Piénsese lo que se piense como principio, aquí y ahora tiene más sentido el reclamo sindical por la doble o triple indemnización (¿qué tal prohibir los despidos, así terminamos con el problema?), que la desgravación por aumento del empleo.

La creación del Ministerio de la Producción seduce a una porción del sector privado, porque tiene que ver con la idea de que cuanto más alto sea el lugar del Gobierno donde se “llevan” los asuntos de un sector o región, más chances hay de que dichos asuntos sean debidamente tratados. Al respecto cabe recordar que este Gobierno no reúne al gabinete, de manera que decir que “la producción llegó al gabinete” es una licencia poética.

(*) Especial para Revista Fortuna Por Juan Carlos de Pablo (*) | 06.12.2008 |

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