Por Juan Carlos Andrada
Todas las agrupaciones ambientalistas del país ya saben que Andalgalá no es antiminera. En realidad, para ser sinceros nunca lo fue.
Lo cierto es que los ecologistas, como buenos fanáticos de facebook y twitter que son, de alguna forma ya hicieron circular la noticia a través de Internet.
El evento nacional de Asambleas Ciudadanas antimineras, que se organizó en la Perla del Oeste, naufragó en medio de un notable abandono y evidenció resultados inversos a los esperados. La comunidad no los acompañó y la conclusión inevitable del encuentro fue que los andalgalenses no están en contra de la actividad minera.
La sociedad les dijo que “no” contundentemente, estampando su ausencia. Los dejó solos. Fue una negativa sutil pero irrebatible. Sin violencia. No se arrojó ni una sola piedra ni se dio vuelta ningún vehículo. No se rompió ningún vidrio ni se quemó ningún edificio. Fue un “no” en paz.
De esta forma, el acontecimiento ambientalista que se realizó en Andalgalá para rechazar la actividad minera fue un fracaso en el nivel nacional y, sin lugar a dudas, con una repercusión mundial.
De anti a pro
Definitivamente no todos los pueblos consumen indefinidamente sus mentiras. Tarde o temprano advierten que los argumentos exagerados que utilizan son como una sustancia que produce serias alucinaciones. La buena noticia es que “se puede volver”. Un ejemplo es Héctor Nieva, ingeniero en Minas con un master realizado en Francia, y que fue inspector de calidad ambiental hasta 2002 en Catamarca. Ex ambientalista. Hoy insultado por sus antiguos aliados, simplemente porque sostuvo que una minería responsable es posible.
El punto es que los promotores locales de la Asamblea Ciudadana ambientalista aseguraron que miles de personas concurrirían a las jornadas antimineras, desde (supuestamente) la “capital de la lucha contra la minería a cielo abierto”. Pero lamentablemente fracasaron y el resultado se dio la vuelta. Terminaron mostrando una localidad pro-minera.
Sin embargo, los andalgalenses en cualquiera de los contextos citados siguen exigiendo respeto, atención y sobre todo coherencia. Correlato con el medio ambiente. Lo que ellos en realidad repudian es la violencia y la mentira, sea política o ambientalista antiminera.
Sensible pero no incrédula
A medida que se le pasa el enojo, “La Perla del Oeste” va depurando lo que siente y se expresa.
A los ambientalistas, con un vacío orientador, le indicó que el no acompañamiento de la comunidad es una manera de mostrarles indignación por los hechos ocurridos antes, durante y después del 15 de febrero.
Condena la violencia por igual, venga de las fuerzas policiales o de los grupos ambientalistas antimineros. Además, no consiente la impunidad en ningún ámbito. Oficial, partidario, sectorial, estatal, gubernamental, empresarial o en cualquiera de sus formas.
A los andalgalenses les dolió la violencia. Y en esto no sólo responsabiliza a la clase dirigente, sino también a los ambientalistas, que creyeron que la zona estaba liberada, para tomar el pueblo en sus manos. Se equivocaron.
El 15 de febrero no fue una pueblada contra la minería, sino la expresión de parte de la comunidad que reclama una minería públicamente comprometida con el medio ambiente y la comunidad.
La sociedad está abierta a las preocupaciones ambientales. Pero a diferencia de los ambientalistas, no es sensiblera ni mucho menos incrédula. Cerrarse y no escuchar puede llegar a ser una locura colectiva que, si no la frenamos, podría convertirse en pandemia. Por suerte en Andalgalá no alcanzó a propagarse.
Un pedazo de mi sangre
El problema fue haber forzado las cosas. Sin embargo, también es cierto que en algún sentido estamos todos de acuerdo. El margen real de diferencia es mínimo (aunque usted no lo crea). Parece inmenso pero no lo es.
Tenemos muchas cosas en común. Crecimos juntos. Fuimos prácticamente a las mismas escuelas. Transitamos las mismas calles. Vamos cotidianamente a los mismos lugares. Celebramos y sufrimos innumerables veces. ¿Qué nos impide superar las diferencias? “Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes”. (Isaac Newton)
Sellemos un acuerdo. Por el bien común y la paz social. Cediendo lo necesario pero sin dejar de lado lo elemental. Muchos estamos haciendo un esfuerzo en este sentido. Reconciliémonos. Siempre estamos a tiempo de recuperar a un hermano, a un amigo, o a tenderle la mano a un vecino De hecho, siempre fuimos así. ¿En qué momento nos perdimos? ¿Qué estamos haciendo?
Lo resumo con una frase de Atahualpa Yupanqui: “Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar. Gente de mano caliente por eso de la amistad, con uno lloro, pa’ llorarlo, con uno rezo pa’ rezar. Con un horizonte abierto que siempre está más allá. Y esa fuerza pa’ buscarlo con tesón y voluntad”.
Por: Redacción launiondigital.com.ar
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