lunes, 15 de julio de 2024

Análisis: los geólogos, los políticos y la gran minería del cobre

Los conocimientos de la geología se aplican en diversos aspectos de las actividades humanas y esa diversidad origina las diferentes especialidades existentes que, en general, contribuyen a mejorar las condiciones de vida y a procurar el progreso de la sociedad. Por Eddy Lavandaio para Panorama Minero.Eddy Lavandaio - Geólogo, Miembro de la Asociación Geológica de Mendoza

Hoy nos toca referirnos a la “geología económica” y, en particular, a una de sus divisiones que es la “geología minera”, especialidad que se ocupa de aplicar el conocimiento geológico en todo lo que tenga que ver con los yacimientos minerales, desde su búsqueda y alumbramiento hasta su aprovechamiento para satisfacer la demanda de materias primas para numerosas industrias.

Dentro de esta especialidad es interesante describir la participación del geólogo en la minería del cobre y de qué manera esa participación se torna indispensable dentro del concepto del desarrollo sustentable que nos obliga a …"satisfacer las necesidades actuales sin poner en riesgo la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades" (ONU, Informe Brundtland, 1987) .

El uso del cobre comenzó hace unos 8.000 años (comienza la edad del cobre en la Prehistoria) y se sigue usando en cantidades cada vez mayores. Pero estamos hablando de un recurso no renovable. Las reservas de un yacimiento duran años, a lo sumo décadas, y finalmente se agotan. ¿Cómo es posible, entonces, que se hayan satisfecho las necesidades de cobre hasta el presente, a través de miles de años, y que se satisfagan las necesidades de las generaciones futuras?

La respuesta es muy simple. A lo largo de esos tiempos siempre fue necesario buscar nuevos yacimientos para reemplazar la producción de los que se iban agotando. Esta es una característica básica de la minería y durante mucho tiempo (al menos hasta el siglo XIX) fue relativamente fácil encontrar nuevos yacimientos.

Se buscaban yacimientos vetiformes con alto contenido de cobre y la presencia de minerales verdes y azules en superficie (carbonatos de cobre), o el afloramiento de "sombreros de hierro" esponjosos eran guías determinantes para los "cateadores" de ese entonces

Sin embargo, unos cien años atrás ya comenzaron las dificultades para encontrar ese tipo de yacimientos. Cada vez se hicieron más escasos y desde entonces se tornó mucho más importante la investigación geológica y el desarrollo de geotecnologías apropiadas para la búsqueda y la exploración. Esto ocurrió en todas partes, con pequeñas diferencias de tiempo.

Paralelamente, la ingeniería incorporó el uso de máquinas capaces de extraer y transportar grandes volúmenes de rocas y la metalurgia incorporó las técnicas de concentración por flotación que hicieron posible la recuperación económica de sulfuros de cobre en yacimientos de baja ley

Desde entonces se recomendó cambiar el criterio de búsqueda e impulsar la prospección de yacimientos de menor ley y mayor tonelaje, recomendación que se concretó en la Argentina a partir de la década de 1960, tratando de localizar depósitos del tipo “pórfido cuprífero” como los que ya se conocían y explotaban en ambientes geológicos similares a los nuestros, en Chile y Perú,. Esencialmente, los “pórfidos cupríferos” son grandes masas de rocas, entre las que predominan los "pórfidos", con un bajo contenido de sulfuros de cobre.

Como resultado de esos nuevos criterios, el Gobierno Nacional emprendió programas de prospección y se descubrieron los primeros yacimientos de ese tipo, como Paramillos Sur, en Mendoza, Campana Mahuida, en Neuquén y Bajo de la Alumbrera, en Catamarca. Paralelamente la actividad privada sumó otros descubrimientos como Pachón, en San Juan y San Jorge, en Mendoza.

Después se sumaron muchos otros, tanto por la acción del Estado como por la de empresas privadas. Y también se sumaron más conocimientos científicos a esa tarea, como la interpretación de imágenes satelitales en diferentes bandas, la modelización de yacimientos, la identificación de alteraciones hidrotermales, el estudio de las temperaturas y condiciones físico-químicas de formación, y nuevas tecnologías para efectuar determinaciones de campo y de laboratorio, la aplicación de diferentes métodos de geofísica y el uso de perforaciones, entre otras.

Con todos estos descubrimientos la Argentina, al igual que los países más adelantados en esta materia, dejó de lado la agotada minería vetiforme y alumbró la posibilidad de desarrollar la llamada “gran minería” del cobre.

Esta denominación se debe a que, por su gran tamaño y baja ley, deben aprovecharse con el uso de tecnologías y equipamientos de gran complejidad y envergadura, desarrolladas por las distintas ramas de la ingeniería, para hacer viable la explotación económica de esas grandes masas. Esta gran minería, en el caso específico del cobre, es la que hoy en día satisface la demanda creciente de la sociedad y, seguramente, satisfará la demanda de las generaciones futuras.

Habrá notado el lector que en párrafos anteriores aludimos al descubrimiento de "muchos" yacimientos de cobre. La participación activa de los geólogos no se detuvo porque siguieron siendo parte importante de las exploraciones efectuadas por empresas privadas que invirtieron miles de millones de dólares para convertir algunos de los descubrimientos en yacimientos susceptibles de ser explotados.

El primero que llegó a la etapa de explotación fue el Bajo de la Alumbrera, en Catamarca. En 1997 inició la producción y exportación de concentrados de cobre y su actividad se dio por terminada en 2018 por agotamiento de las reservas incluidas en el proyecto. Durante ese lapso la balanza comercial del cobre se inclinó a favor de nuestro país, se crearon más de mil empleos directos y muchos más en cientos de pequeñas empresas de proveedores. Pero eso, lamentablemente se terminó.

Paralelamente, las demás exploraciones llevadas a cabo alumbraron ocho grandes minas de cobre con recursos cubicados que, en conjunto, sumarían más de 40 millones de toneladas de cobre metálico. Ellas son: San Jorge, en Mendoza, Pachón, Los Azules, El Altar, Josemaría y Filo del Sol, en San Juan. Agua Rica, en Catamarca y Taca Taca, en Salta.

Sin embargo hoy la Argentina no produce cobre y las necesidades de nuestra industria, tanto de cobre metálico como de algunas manufacturas de ese metal, se satisfacen con importaciones a un costo de varias decenas de millones de dólares.

Contrariamente a lo que los geólogos hubieran deseado, no se abrió otra mina para que la producción de cobre, las exportaciones, los empleos y los negocios de los proveedores tuvieran continuidad. Y si no se hizo no fue por falta de yacimientos sino por la ausencia de una Política de Estado que promoviera o facilitara esa continuidad.

Como conclusión podríamos afirmar que en materia de gran minería del cobre, los geólogos cumplieron sus respectivas misiones cubicando recursos que deberían transformarse en fuentes de producción y trabajo.

Los que están en deuda con el país son los políticos responsables de gobernar y viabilizar la concreción de las inversiones necesarias para poner en marcha la construcción de nuevos establecimientos productivos. La satisfacción de las necesidades de las familias argentinas depende de sus decisiones y es de esperar que se hagan cargo de la responsabilidad que les corresponde.

No hay comentarios: